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viernes, 5 de marzo de 2010

QUE NOS VAMOS YA PARA CASA, ASÍ DE RÁPIDO HA SIDO




Nos quedan dos días para regresar a casa, básicamente autobús en la noche y por la mañana pasar el día en New Delhi, para de madrugada comenzar una ruta de aviones pasando por Londres nuevamente.
Llevamos el peso de las maletas y los estímulos, dejamos aquí algunos kilos y sentimientos. El cuerpo casi se ha adaptado a su climatología. Ha despertado la avidez, el negociar una camisa, un transporte, los miles de ojos que te han mirado, la sensación de un pueblo ancestral, de viajes de Gulliver, ay la vieja India como una gota de tinte en una tela blanca.
El tiempo filmado (mas de dos horas), las novecientas fotos nos dará recuerdo y mucho estimulo visual nuevamente. Las maquinas pese a todo no transmiten realmente la escena, únicamente en tu cómoda cama y en la paz de algún mediodía conseguiré pensar y transportarme nuevamente hasta aquí con algo tan simple como mi cerebro. Ya puedes comprar tarjetas de memoria de la capacidad que quieras, pero no te llevará hasta su esencia, el cerebro sigue siendo el disco duro perfecto, todo depende de tu software.
El nuestro ha trabajado fácilmente acumulando olores, miradas, comidas, zumos, arquitectura, las Viejas artes, los viejos pueblos , los viejos oficios casi olvidados, como miles de barberos en su faena, zapateros en la calle con sus suelas amarradas a sogas de esparto y Viejas herramientas. Mercaderes con su fruta en su carrito de madera de ruedas gastadas, hombres en camellos, fritangos de calle.
La imagen de los niños antiguos, ágiles y pillos, con cometas en mano, con tirachinas o en busca de una pelota, con sus mocos sobre el labio superior, y restos en los brazos, con sus heridas en las rodillas y sus pies descalzos. Al día siguiente los ves que gritan bien vestidos corbata incluida, extremadamente limpios y esas niñas con coletas perfectas a la vuelta del colegio.
Músicos que viven de la música de conciertos en hoteles o músicos ambulantes de instrumentos viejos y desgastados desconocidos para mi.
Son felices y así lo reflejan cuando bajan la guardia. Orgullosos de no haber perdido todo el cordón umbilical con la tierra y cada ser conoce el cuero, el remiendo, la madurez de la fruta, la calidad del tejido y nosotros, deseando volver y que no desaparezca.
Saboreando India como si fuera esta noche la ultima vez, Russo Rodríguez.

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