POJAZZ EN


domingo, 7 de marzo de 2010

NOCHE EN UN AUTOBUS




Como se comentaba anteriormente, aunque de pasada que pasaríamos la noche en un Bus cama. Es rojo en el lado izquierdo han quitado el sillón que da para el pasillo y a cuarenta centímetros de los sillones, de mitad hacia arriba tiene una estructura metaliza que es en la que dormimos, con cristal y cortina hacia la calle y pasillo. Merece la pena viajar así, también aprovechando el espacio colocaron multitud de paquetería en el techo, y posee el artefacto una especie de " La Cucaracha" pero versión hindú y el sonido es como las que salen de las pistolas del espacio. En el viaje vamos mirando gente reunida junto a un televisor colocado casi en la calle, como las historias que contaba mi madre hace muchos años.
Nos bajamos en una especie de bar de carretera cochambroso y a nuestro lado para un bus todavía peor. Los pobres bajan cojeando pues solo tiene sillones y presumo que viene de lejos, y que se les ha dormido las piernas, por lo que parece una manifestación de cojos, pues gritan a más no poder. Este cacharro, lleva en el techo cubos de pintura amarrado casi que con la voluntad.
Me bajo y observo la "autopista" una carretera con cuatro carriles, uno para cada sentido dividido por una mediana que también es acera de sesenta centímetros, donde la mayoría de camiones y cosas que se mueven no llevan luz trasera, incluido un trailer de Fanta que tiene a una chica pintada con cara de miedo, es lógico.
Mientras observo la marcha de vehículos leprosos, observo que cruza enfrente una sombra, es un Dalits o Intocable con la ropa negra de mugre y grasa que casi no se distingue del color de la piel, le veo a medida que se acerca y cuando llega a la luz, la evita, pero logro ver que lleva un palo seguramente para espantar a las manadas de perros nocturnas, que ven en él la proteína de sus huesos moverse sensualmente. No tiene más de cuarenta años y lo último que observo antes de desaparecer entre matorrales es su figura apurando la colilla de un cigarrillo.
Vuelvo a subir al cajón de madera y cristal, dejando a mis ojos despedirse del desierto así, en silencio como el hijo que marcha a escondidas.
Seguimos parando en bares de carretera, gritos, frenazos y otras historias, y entre sueño y parada llegamos a New Delhi, el viaje ha sido otra experiencia inesperada.
Por la mañana hemos coincidido con un amigo canario también, hemos charlado, es músico y hemos intercambiado multitud de historias, ha sido muy grato.

PD. La foto es de un bus igualito, solo que el nuestro rojo.

Russo Rodríguez para los estudios centrales de PoJazz.

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