
Pasar veinticuatro horas en un tren en India da para escribir un libro, pues tuvimos extra dos horas de las previstas por si fueran pocas. Hay cada personaje digno de ficción. Desde dejar la dentadura anclada en los pies para dormir, hasta desenroscarse una pierna y amarrarla con cadena y candado a las redecillas de la litera.
También como un ave rapaz, saltaba del tren en algunas estaciones compraba agua, galletas, o lo que pillara para salir corriendo y engancharme al tren mientras salía y así poder llenar el estómago. Todo esto da una agilidad mental y física indescriptible. Al estar alojados en el penúltimo vagón la cosa tenia que ser verdaderamente veloz excepto por la mañana, que habían enganchado unos quince vagones más con lo que el tren parecía arrastrar todos los vagones que se iba encontrando como por magnetismo, supongo.
Otra cosa curiosa es habernos encontrado unos vagones descarrilados comenzando a oxidar, lo que refleja la practica habitual de india:"lo inservible dejarlo en los bordes"
Hemos llegado a Jaipur, tan ajetreada y loca como son las ciudades en India. Tras recorrer varios "Hoteles" buscando habitación, pues al no tener rumbo no hay reserva y el único recibimiento son los auto-ricksaw que como moscas verdes acosan hasta límites insospechados.
Cuando por fin encontramos algo esta casi en obras, pero con un buen gancho diplomático conseguimos la mejor habitación en la que nos hemos alojado. El hotel es maravilloso y tanto los carpinteros como marmolistas, pintores, etc. hacen verdaderos trabajos de artesanía por muy poco dinero.
Tras una ducha y a pesar de arrastrar nuestros huesos nos dirigimos a la muralla de la ciudad cuya impresión es tal que olvidamos el día de tren y quedamos dando vueltas en un largo paseo entre artesanos de cuero, bolsos maravillosos, ropa de buena calidad, oro, plata, etc.
Por alguna razón hemos dado con un conductor de auto-ricksaw mosca verde diferente, que tiene un block con anotaciones de viajeros de todas partes del mundo.
Todos coinciden en que es tranquilo y honesto. Nos ha ofrecido llevarnos a recorrer Jaipur y los lugares más baratos de compras, incluso a llamado a un tío de Madrid que tiene una tienda de plata que se ha alegrado tanto que nos ha ofrecido una cervecita fresca en su tienda al día siguiente. Ya veremos que pasa.
Desde la terraza con que diviso las estrellas que deja ver la polución Russo Rodríguez y PG para los estudios centrales de PoJazz.
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